Sonríele a la vida

Sonríele a la vida

sábado, 16 de abril de 2011

Se llamaba Antonio, y su hijo también.

Y nunca le había visto, pero había hablado por teléfono con él, parecía una persona resuelta, cabezota, insistente, indomable y en un punto, algo impertinente.

Murió ayer reclamando un pijama mejor y mas bonito que el que les ponen en el hospital.
Fue libre porque vivió siempre como quiso, tan libre como para pasar del tratamiento que le habían puesto, para regalarle la opción de algo de tiempo mas de vida, y empujar a ese cáncer mortal que tenia encima. Ha muerto pronto porque cerca del mar se estaba mas a gustito.

Era dominante y tenia hijos, varios,  a los que ha dejado una huella imborrable, la huella de los indomables, la pisada de donde nunca mas crecerá la hierba.

No se si la semilla de sus pasiones tendrá tiempo de analizar , todo lo bien o el mal que su larga sombra le hizo, pero el esta hoy muy triste. Se calla y aunque sabe que el caos iba tras aquel hombre que fue antaño poderoso, también  fue desastroso en lo que forjo como vida personal, basada en la anarquía completa, sin reglass ni normas.
Los genes del indomable están en la base de su ser, en sus reacciones; pero su alma sabe que fué lo que les fallo, es paciente y sus ojos tienen bondad. Pero aquel progenitor le dejo algo mas que recuerdos, un caos de sangre mezclada... le ha dejado solo y con ganas de decirle más, aunque nunca dejase hablar a nadie,  que a pesar de todo, siempre le quiso y estuvo cerca de él, porque el era su padre, que ayer murió sin esperarlo.
Y ahora volara sobre el mar que tanto le llamo...
¡Nunca seremos más jóvenes que hoy,
ni estaremos más vivos!

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