Sonríele a la vida

Sonríele a la vida

sábado, 3 de noviembre de 2012

Culpando al empedrado



Siempre estamos igual en este país, incapaz de asumir personalmente errores o desgracias o responsabilidades. Y precisamente por esa terrible carga española tenemos gobernantes que legislan como legislan, como si fuésemos rebaños de ovejas sin capacidad cerebral ninguna.

La terrible desgracia de la muerte por asfixia y/o aplastamiento de cuatro chicas tan jóvenes en la fiesta de Madrid Arena es una tristeza indescriptible y difícilmente asimilable para familiares, amigos, como para el resto de la sociedad, como lo fue algo parecido hace no mucho tiempo, la muerte por ingestión de Estramonio,  droga de las brujas,  en otra macro fiesta clandestina en los alrededores de Madrid.

Aprovecho a unirme a las muestras de condolencia a las familias afectadas por tan dolorosas perdidas humanas. No quiero ni pensar como deben sentirse esos padres ahora.

Pero hay veces que no se puede culpar al empedrado de los desgraciados hechos ocurridos.
La desgracia se va organizando para tornarse en tragedia múltiple, al margen de cuantas previsiones se hagan para evitarlo.
Ser capaces de ponernos en lo peor, antes, y razonar con nuestros hijos de ciertos peligros, es una practica a cultivar en familia, que si se convierte en habitual, puede salvar vidas.
Asistir a miles en fiestas múltiples donde el alcohol corre libre no solo es patrimonio español, y como se cobra entrada, es libre. Nadie obliga a ir; por eso culpar a la organización, el ayuntamiento, o la seguridad o a los que sea, me parece poco inteligente.  No digo que estos eventos no tengan que regularse, no, pero opino que los mayores de edad que asisten deben pensar con la cabeza y tener visión de auto protección.

Mis hijos huyen de los actos masivos por el peligro que corres en esas masas humanas, carentes de principios según avanza la noche, el cansancio y el alcohol.
Mi hija pequeña a la que este tema atrae, fue a una este verano, una de pintura y música que te empapaban a chorros de colores y según me contó  que entraban a miles, allí en Ifema, y el alcohol volvía patanes a los chicos alrededor, se le acabo;  ya que solo le duro de doce de la noche que empezaba, a las dos que fui a recogerla a la puerta.
A veces tener un hijo enfadado es mejor que tener un hijo muerto y yo no soy de las que cedo su seguridad personal a cambio de su alegría juvenil insensata.  Si ella no se cuida me encargo yo de hacerlo.
Culpar a los organismos oficiales por alquilar los locales o prohibir tales fiestas es absurdo, porque cada cual es libre de ir acudir o estar donde quiera y cuando quiera,  y mas si son ya mayores de edad.

Y si mañana hay un incendio en El Corte Ingles y pasase algo similar, ¿se cerrarían todos los centros de esta firma?
Hay que educar en el sentido común y en la prevención. Educación en el seno de la familia y no en culpar siempre "al empedrado", cuando el mal ya no tiene solución.

Estoy algo cansada de que en este nuestro país los últimos gobiernos ejerzan paternalismo, que no les compete, por nuestra falta de rigor.
Gobernar es una cosa distinta a legislar y no se puede legislar sobre todos los ámbitos que representen peligro potencial porque entonces todo estaría prohibido:  cocinar, bailar, nadar, conducir, esquiar, patinar o montar a caballo o en moto...

La costumbre española de que la culpa de todo la tienen siempre "los otros" esta ya muy manida y denota falta de madurez responsable.
¡Nunca seremos más jóvenes que hoy,
ni estaremos más vivos!

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